Me he acordado de ella esta invierno; obviamente, en aquel momento no era temporada de cereza, así que la hice con manzana y salió muy bien.
Aunque en mi opinión, la versión original con cereza no tiene parangón. Puede que sea también porque es ésta la versión de la cual me acordé como una tarta que comía hace mucho, mucho tiempo.
Una tarta perfecta. Es contundente como valer como un postre de invierno en la versión con manzana; la agridulce frescura de la versión con cereza le otorga la ligereza de un postre de verano.
Tarta crumble, con relleno de chocolate, merengue y cerezas:
para un molde 24-26 cm
400g de harina
150g de azúcar (dividimos en dos partes: 100 g + 50 g)
250 g de mantequilla fría
5 huevos (separamos las yemas de las claras)
2 cucharas de cacao amargo
2 cucharaditas de baking powder
500g de cereza
azúcar glas.
Mezclamos la harina con 100 g de azúcar, el baking powder, las yemas y la mantequilla cortada en dados, hasta obtener una masa lisa. Dividimos en 3 partes, quitamos la cuarta parte de dos de ellas y las añadimos a la restante. A una de las partes pequeñas añadimos el cacao y amasamos hasta obtener una masa de chocolate homogénea. Dejamos en la nevera una media hora.
Acolchonamos el molde (primero cubrimos la base con papel de hornear) con la parte de la masa más grande. Si sobra un poco, lo volvemos a añadir a la otra parte blanca más pequeña. Desmenuzamos la parte con cacao encima de la base. Deshuesamos las cerezas (se puede hacer perfectamente a mano, con los dedos, las cerezas pueden estar partidas, incluso mejor) y las distribuimos encima de la capa de chocolate.
Untamos las claras a punto nieve, al final añadimos poco a poco el resto del azúcar (50g). Cubrimos las cerezas con las claras batidas y por último, desmenuzamos la última parte de la masa (blanca) por encima de la tarta.
Horneamos a 180º C unos 35-40 minutos. Dejamos enfriar, antes de servir echamos un poco de azúcar glas por encima.